Hades, Alexandra Adornetto.
En cuanto sonó el timbre de Bryce Hamilton, Xavier y yo recogimos todas nuestras cosas y nos dirigimos hacia el patio que daba al lado sur. La predicción del tiempo había anunciado una tarde despejada, pero el sol tenía que librar ardua batalla para dejarse ver y el cielo desplegaba un gris plomizo y triste. Solo de vez en cuando unos difuminados rayos conseguían perforar las nubes y cruzaban el paisaje. Sentir su calor en la nuca me alegraba.
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